• Comenzar a reconocer que situaciones o lugares tienden a frustrarse, evitarlos mientras desarrollan herramientas o estrategias para la frustración. 
• Dependen de su entorno y un estimulo, por lo que podemos distraerlos de la situación llevándolos a algo que si es permitido. 
• Preguntarles y darles la oportunidad de decidir cosas sencillas, ayuda a que se sientan incluidos y que pueden tomar decisiones. 
• Por último, nosotros como padres debemos preguntarnos ¿Realmente es necesario?, existen situaciones que son muy pequeñas para terminar armando un problema por eso, entonces en ciertas ocasiones dejarlos y cumplir lo que nos piden. 

• Cuando ya ocurre la rabieta, es indispensable que nosotros como los adultos no hagamos una también, nuestra reacción en fundamental para que ellos aprendan a como reaccionar ante un conflicto. 
• En lo posible, lo mejor que podemos hacer es ignorar el berrinche, continuar como si nada estuviera pasando, claro, desde que el niño no este corriendo ningún peligro. 
• Si ocurre que el niño se puede hacer daño o esta en peligro por alguna situación, debemos cargarlo firmemente pero no violentamente y llevarlo a un lugar seguro donde termine por si mimo su rabieta. 
• En el caso que el niño no pueda calmarse por si solo y siga alterado, podemos ya tomar acciones interviniendo e intentando varias cosas, como cantarlo, abrazarlo, arrullarlo, etc. 
• Debemos tener claro que nunca vamos acceder a lo que nos pide o demande cuando lo hace por medio de una pataleta, no podemos enviar el mensaje que ese es el camino por el que puede conseguir las cosas. 

Referencias: